La Ley de la Sanidad

Cuando Dios creo el paraíso para Adán, Dios había hecho un cuerpo perfecto e inmune a las bacterias y cualquier virus. Pero, por el pecado, Dios maldijo la tierra y expuso al hombre al pecado junto con las enfermedades. Las enfermedades son parte de nuestra naturaleza como seres humanos y como consecuencia de nuestros pecados. Las enfermedades pueden entran a nuestro cuerpo por la falta de la mala salud, higiene, estrés, desobediencia y las  bacteria y virus que rodean los aires. 

“[21] Jehová traerá sobre ti mortandad, hasta que te consuma de la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. [22] Jehová te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación y de ardor, con sequía, con calamidad repentina y con añublo; y te perseguirán hasta que perezcas. [23] Y los cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo de ti, de hierro. [24] Dará Jehová por lluvia a tu tierra polvo y ceniza; de los cielos descenderán sobre ti hasta que perezcas. [25] Jehová te entregará derrotado delante de tus enemigos; por un camino saldrás contra ellos, y por siete caminos huirás delante de ellos; y serás vejado por todos los reinos de la tierra. [26] Y tus cadáveres servirán de comida a toda ave del cielo y fiera de la tierra, y no habrá quien las espante. [27] Jehová te herirá con la úlcera de Egipto, con tumores, con sarna, y con comezón de que no puedas ser curado. [28] Jehová te herirá con locura, ceguera y turbación de espíritu; -Deuteronomio 28:21-28
 “[58] Si no cuidares de poner por obra todas las palabras de esta ley que están escritas en este libro, temiendo este nombre glorioso y temible: JEHOVÁ TU DIOS, [59] entonces Jehová aumentará maravillosamente tus plagas y las plagas de tu descendencia, plagas grandes y permanentes, y enfermedades malignas y duraderas; [60] y traerá sobre ti todos los males de Egipto, delante de los cuales temiste, y no te dejarán. [61] Asimismo toda enfermedad y toda plaga que no está escrita en el libro de esta ley, Jehová la enviará sobre ti, hasta que seas destruido.” Deuteronomio 28:58-61
Cuando Jesús, anduvo en la tierra, el sanaba y echaba fuera demonios. Pero el completo y triunfo sobre la enfermedad cuando murió y resucito de la cruz.
“[4] Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. [5] Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” Isaías 53:4-5
Cuando El Padre mando a su hijo para morir por nosotros, el rompió la maldición de la ley. Toda enfermedad traída por la maldición de Adán y la contaminación de pecado fue limpiada de nuestras vidas. Jesús nos salvó de la muerte espiritual, nos libró de pecado y ahora nos sana de toda enfermedad que nos ha esclavizado. Nuestros castigos de enfermedad fueron sobre Jesús y por sus heridas nosotros tenemos redención.
“[11] Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; [12] y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. [13] Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero, [14] para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.” Gálatas 3:11-14
Ya la ley antigua que nos condenaba ahora ha sido glorificada por Cristo para salvación a los gentiles. Los gentiles ahora somos libres de pecado pero sanos de toda dolencia y enfermedad.
Mateo 8:1-4 demuestra un paralitico que fue sanado de lepra. El pasaje se muestra breve la descripción de esta sanidad.
 Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente.2 Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.”
Aquí el paralitico estaba reconociendo que Jesús le podía limpiar y sanar de lepra. Pero a la misma vez tenemos miedo a nuestra sanidad. Tenemos que llenarnos de autoridad y declarar nuestra sanidad para que Dios se conmueva de nuestra oración.
“[3] Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció. [4] Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos.”

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